Una flor silvestre, –bella, bellísima–en el campo chaqueño, Argentina, imagen de Walter J Ebel

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: Todo el que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna. Pero muchos primeros serán últimos y muchos últimos primeros».
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La alegría del corazón y  la paz del alma traen muchas consecuencias, todas ellas positivas.
Una de ellas es el poder dormir tranquilo, en paz.
Con alegría en el corazón, nada ni nadie quita el sueño a un hijo de Dios.
Por eso, ante este bellísimo canto de alabanza y petición a Dios, te invito a repetir todo el día de hoy este mantra: «Solo tu Señor me haces vivir confiado, tranquilo«.
O si quieres esta otra: «has puesto en mi corazón más alegría que si abundara en trigo y en vino«.
Paz y bien, hasta mañana. Bendiciones.

Lee o escucha:

Salmo 4

Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío;
tú que en el aprieto me diste anchura,
ten piedad de mí y escucha mi oración.

Y vosotros, ¿hasta cuándo ultrajaréis mi honor,
amaréis la falsedad y buscaréis el engaño?
Sabedlo: el Señor hizo milagros en mi favor,
y el Señor me escuchará cuando lo invoque.

Temblad y no pequéis,
reflexionad en el silencio de vuestro lecho;
ofreced sacrificios legítimos
y confiad en el Señor.

Hay muchos que dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha,
si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?»

Pero tú, Señor, has puesto en mi corazón más alegría
que si abundara en trigo y en vino.

En paz me acuesto y en seguida me duermo,
porque tú sólo, Señor, me haces vivir tranquilo.

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