Desde Ushuaia Argentina, imagen de Federico Zurbano

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
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Vuelve el salmista a hablar de una de las situaciones humanas que más nos inquietan: la enfermedad y el pecado, el desprecio y los malos deseos, la calumnias de los enemigos e incluso de los amigos…, llega un momento en el que ya solo queda una senda que es la de acudir a que Dios te proteja y cuide.
Por eso el salmista dice, y es el mantra- decreto- jaculatoria que te propongo para hoy: «Adonai (Señor), ten misericordia, sáname«.
Bendiciones, hasta mañana.
Recordar los «enemigos» son sobre todo internos y peligrosos: ira, avaricia, codicia, maledicencia…, puedes leer la explicación haciendo clic aquí.

Léelo o escúchalo:

Salmo 40

Oración de un enfermo

Dichoso el que cuida del pobre y desvalido;
en el día aciago lo pondrá a salvo el Señor-Adonai.

El Señor- Adonai lo guarda y lo conserva en vida,
para que sea dichoso en la tierra,
y no lo entrega a la saña de sus enemigos.

El Señor-Adonai lo sostendrá en el lecho del dolor,
calmará los dolores de su enfermedad.

Yo dije: «Señor- Adonai, ten misericordia,
sáname, porque he pecado contra ti».

Mis enemigos me desean lo peor:
«a ver si se muere, y se acaba su apellido».

El que viene a verme habla con fingimiento,
disimula su mala intención,
y, cuando sale afuera, la dice.

Mis adversarios se reúnen a murmurar contra mí,
hacen cálculos siniestros:
«Padece un mal sin remedio,
se acostó para no levantarse».

Incluso mi amigo, de quien yo me fiaba,
que compartía mi pan,
es el primero en traicionarme.

Pero tú, Señor-Adonai, apiádate de mí,
haz que pueda levantarme,
para que yo les dé su merecido.

En esto conozco que me amas:
en que mi enemigo no triunfa de mí.

A mí, en cambio, me conservas la salud,
me mantienes siempre en tu presencia.
Bendito el Señor-Adonai, Dios de Israel,
ahora y por siempre. Amén, amén.

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