Jesús les dijo : « Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.
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Después de mirar el pasado glorioso, en la parte del salmo de ayer, hoy observa el presente, recuerda que está en el exilio, y es una situación horrorosa. Si en el pasado Dios actuaba, también es El en el presente el que actúa pero rechazándonos y entregándonos en manos del enemigo. Somos nosotros quienes pagamos el precio de nuestras acciones: burlas, afrentas, vergüenza…, por tu causa.
La respuesta vendrá con la tercera parte del salmo. Mientras podemos observar, sin dramatizar, flotando todas nuestras «calamidades» y «sentir» que tienen algún sentido profundo, desconocido para nuestra mente.
Dice un pensador actual, no sé qué te parece a ti: «Si se ataja el dolor, la felicidad se trivializa y se convierte en un confort apático. Es justamente el dolor lo que preserva a la felicidad de cosificarse. Y le otorga duración. El dolor trae la felicidad y la sostiene.»
Hasta mañana, bendiciones.
Salmo 43 B
Ahora, en cambio, nos rechazas y nos avergüenzas,
y ya no sales, Señor-Adonai, con nuestras tropas:
nos haces retroceder ante el enemigo,
y nuestro adversario nos saquea.
Nos entregas como ovejas a la matanza
y nos has dispersado por las naciones;
vendes a tu pueblo por nada,
no lo tasas muy alto.
Nos haces el escarnio de nuestros vecinos,
irrisión y burla de los que nos rodean;
nos has hecho el refrán de los gentiles,
nos hacen muecas las naciones.
Tengo siempre delante mi deshonra,
y la vergüenza me cubre la cara
al oír insultos e injurias,
al ver a mi rival y a mi enemigo.
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