El salmista nos presenta, de nuevo, dos formas de existir diferentes.
Por una parte está el necio que niega la existencia de Dios y, por tanto, todo está permitido hasta incluso explotar al prójimo indefenso y robar en el Templo de Dios…
Por la otra está el sensato que hace el bien y se refugia en Dios.
Jhavé-Dios, por su parte, no permanece pasivo, actúa como lo hizo cuando el pueblo estaba en el destierro y le prepara para el retorno, respetando el pequeño grupo de justos y humildes.
Decreto: Cuando el Señor cambie la suerte de su pueblo, se alegrará Jacob y gozará Israel.
También: Dios observa desde el Cielo.
Hasta mañana, paz y bien.
Salmo 52
Necedad de los pecadores
Dice el necio para sí:
«No hay Dios».
Se han corrompido cometiendo execraciones,
no hay quien obre bien.
Dios observa desde el cielo
a los hijos de Adán,
para ver si hay alguno sensato
que busque a Dios.
Todos se extravían
igualmente obstinados,
no hay uno que obre bien,
ni uno solo.
Pero ¿no aprenderán los malhechores
que devoran a mi pueblo como pan
y no invocan al Señor?
Pues temblarán de espanto,
porque Dios esparce los huesos del agresor,
y serán derrotados,
porque Dios los rechaza.
¡Ojalá venga desde Sión
la salvación de Israel!
Cuando el Señor cambie la suerte de su pueblo,
se alegrará Jacob y gozará Israel.
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