Imagen de Fray Paco Castro Alto do Cebreiro

Había un funcionario real que tenía un hijo enfermo en Cafarnaún. Oyendo que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a verlo, y le pedía que bajase a curar a su hijo que estaba muriéndose. Jesús le dijo: «Si no veis signos y prodigios, no creéis».
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El salmista pide auxilio en un ambiente en que entran en juego tres personajes: los enemigos- Dios- el que es fiel. Los enemigos arrogantes y violentos, hasta pedir la muerte, no tienen presente a Dios. El fiel acude a Dios y se ve liberado de los malignos y, a su vez, ofrece gustoso un sacrificio de agradecimiento  a Dios. La bondad siempre será más fuerte que la maldad…, y más discreta.
Jaculatoria: Dios es mi auxilio, Adonai (el Señor) sostiene mi vida.
Sugiero que vuelvas a recordar quiénes son los enemigos del que hablan los salmos, haz clic aquí.

Lee escucha:

Salmo 53
Petición de auxilio

Oh Dios, sálvame por tu nombre,
sal por mí con tu poder.
Oh Dios, escucha mi súplica,
atiende a mis palabras;

porque unos insolentes se alzan contra mí,
y hombres violentos me persiguen a muerte,
sin tener presente a Dios.

Pero Dios es mi auxilio,
el Señor sostiene mi vida.

Te ofreceré un sacrificio voluntario,
dando gracias a tu nombre, que es bueno;
porque me libraste del peligro,
y he visto la derrota de mis enemigos.

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