
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: «Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.»
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Este es lo que la tradición llama un Salmo de lamentación.
Son palabras duras con un continuo movimiento de afuera hacia dentro y viceversa.
Primero hacia fuera, la situación social y política es semejante a la del mundo actual (algunos países de hoy viven situaciones semejantes), se invita a buscar refugio, a buscar cobijo.
Hacia dentro, en la intimidad, no es mucho mejor, como veremos en la parte del salmo de mañana…
El mantra de hoy podría ser: ¡Me pondría en seguida a salvo de la tormenta!
o también, Dios mío, escucha mi oración, no te cierres a mi suplica.
Quizás en estas situaciones sea bueno reflexionar sobre la frase de la foto, tomada por Laura Castro en Escocia- Findhorn, que acompaña hoy al salmo: Be still and know sería algo así como Escucha- Observa, permanece quieto y Aprende.
Escucha:
Salmo 54 A
Dios mío, escucha mi oración,
no te cierres a mi súplica;
hazme caso y respóndeme,
me agitan mis ansiedades.
Me turba la voz del enemigo,
los gritos del malvado:
descargan sobre mí calamidades
y me atacan con furia.
Se estremece mi corazón,
me sobrecoge un pavor mortal,
me asalta el temor y el terror,
me cubre el espanto,
y pienso: «¡Quién me diera alas de paloma
para volar y posarme!
Emigraría lejos,
habitaría en el desierto,
me pondría en seguida a salvo de la tormenta,
del huracán que devora, Señor;
del torrente de sus lenguas.»
Violencia y discordia veo en la ciudad:
día y noche hacen la ronda
sobre las murallas;
en tu recinto, crimen e injusticia;
dentro de ella, calamidades;
no se apartan de su plaza
la crueldad y el engaño.
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