Jesús concluyó: «El que persevere hasta el fin, ése se salvará.»
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Recorremos con este salmo distintos caminos del mal. Desde las desgracias externas, hasta los tormentos interiores, pasando por la traición del amigo, que evoca inmediatamente, a la traición de Judas a Jesús. Incluso parece que el salmista define los hoy conocidos como “ataques de pánico”, de forma perfecta.
A pesar de ello el salmista deja un espacio a la esperanza, a través de la oración, invocando a Dios.
Hoy se insiste en los «enemigos externos», analiza bien y verás que situación semejante a la que podemos tener hoy ante los momentos que vivimos en la actualidad.
mantra: “Atiéndeme Respóndeme”. o también No te cierres a mi súplica.
Hasta mañana paz y bien. Bendiciones
Lee Escucha:
Salmo 54 A
Dios mío, escucha mi oración,
no te cierres a mi súplica;
hazme caso y respóndeme,
me agitan mis ansiedades.
Me turba la voz del enemigo,
los gritos del malvado:
descargan sobre mí calamidades
y me atacan con furia.
Se estremece mi corazón,
me sobrecoge un pavor mortal,
me asalta el temor y el terror,
me cubre el espanto,
y pienso: «¡Quién me diera alas de paloma
para volar y posarme!
Emigraría lejos,
habitaría en el desierto,
me pondría en seguida a salvo de la tormenta,
del huracán que devora, Señor;
del torrente de sus lenguas.»
Violencia y discordia veo en la ciudad:
día y noche hacen la ronda
sobre las murallas;
en tu recinto, crimen e injusticia;
dentro de ella, calamidades;
no se apartan de su plaza
la crueldad y el engaño.
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