
Decía Teresa de Ávila: Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda; la paciencia todo lo alcanza.
Dos tiempos en el salmo. Por la noche todo es angustia. La noche es larga. En templo bajo las alas del Altísimo. Con dos enviadas de Dios, la bondad y la fidelidad. Pero el culmen, -viene el segundo tiempo- llega con el amanecer, cuando el mismo Dios llega con su presencia a instaurar el Orden.
Abrigarse en el silencio de la meditación y la oración es una buena medida en espera de que llegue la Armonía y la Paz de Dios.
Jaculatoria- Mantra- Decreto: Me refugio a la sombra de tus alas.
Hasta mañana, Paz y Alegría.
Salmo 56
Misericordia, Dios mío, misericordia,
que mi alma se refugia en ti;
me refugio a las sombras de tus alas
mientras pasa la calamidad.
Invoco al Dios Altísimo,
al Dios que hace tanto por mí:
desde el cielo me enviará la salvación,
confundirá a los que ansían matarme,
enviará su gracia y su lealtad.
Estoy echado entre leones
devoradores de hombres;
sus dientes son lanzas y flechas,
su lengua es una espada afilada:
Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.
Han tendido una red a mis pasos
para que sucumbiera;
me han cavado delante una fosa,
pero han caído en ella.
Mi corazón está firme, Dios mío,
mi corazón está firme.
Voy a cantar y a tocar:
despierta, gloria mía;
Despertad, cítara y arpa;
despertaré a la aurora.
Te daré gracias ante los pueblos, Señor;
tocaré para ti ante las naciones:
por tu bondad, que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que alcanza a las nubes.
Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.