Buscando un poco de sombra en Ituzaingó, Arg., imagen de Roxana Romero

Algunos fariseos decían: «Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado.» Otros decían: «Pero, ¿cómo puede un pecador realizar semejantes señales?» Y había disensión entre ellos.
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Sigue el salmo en temas duros de lamentación y súplica individual que insiste en los terribles enemigos, con imágenes simbólicas: perros vagabundos y famélicos que babean con la boca abierta, sus colmillos afilados relucen como «espadas»…, así son los enemigos que no se retirarán hasta que no sacien su sed de sangre.  Pero en la ciudad se alza una fortaleza, un alcázar en el que ser humano bueno se puede refugiar en los momentos de peligro. Porque Dios es fortaleza y alcázar.
Jaculatoria: Tú, oh Dios, eres mi alcázar.
O también:
Estoy velando contigo, fuerza mía.
Hasta mañana, paz y bien.

Escúchalo:

Salmo 58

Oración pidiendo la protección de Dios contra los enemigos 

Líbrame de mi enemigo, Dios mío;
protégeme de mis agresores,
líbrame de los malhechores,
sálvame de los hombres sanguinarios.

Mira que me están acechando,
y me acosan los poderosos:
sin que yo haya pecado ni faltado, Señor,
sin culpa mía, avanzan para acometerme.

Despierta, ven a mi encuentro, mira:
tú, el Señor de los ejércitos,
el Dios de Israel.

Estoy velando contigo, fuerza mía,
porque tú, ¡Oh Dios!, eres mi alcázar.

Que tu favor se adelante, ¡oh Dios!,
y me haga ver la derrota del enemigo.

Pero yo cantaré tu fuerza,
por la mañana aclamaré tu misericordia;
porque has sido mi alcázar
y mi refugio en el peligro.

Y tocaré en tu honor, fuerza mía,
porque tú, ¡oh Dios!, eres mi alcázar.

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