Pedro le preguntó: ¿Por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti”.
Jesús le respondió: “¿Darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces.
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Escribe Romano el Melódico: «Desde ahora te digo Pedro: …., ya no encontrarás mi mano para dártela como la primera vez: me serviré de ella para escribir una carta de perdón a favor de todos los descendientes de Adán. De mi carne que ves haré de ella un papel, y de mi sangre la tinta para escribir en ella el don que distribuyo sin dilación »
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Es Martes Santo. En el ambiente en el que se mueve Jesús hay traición, negaciones, acusaciones falsas…
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Lamentación y súplica individual, la del salmo de hoy, que insiste en los terribles enemigos…con imágenes simbólicas: perros vagabundos y famélicos que babean con la boca abierta, sus colmillos afilados relucen como «espadas»…, así son los enemigos que no se retirarán hasta que no sacien su sed de sangre.
Pero en la ciudad se alza una fortaleza, un alcázar en el que ser humano bueno se puede refugiar en los momentos de peligro. Porque Dios es fortaleza y alcázar.
Decreto: Tú, oh Dios, eres mi alcázar.
Hasta mañana, paz y bien.
Salmo 58
Oración pidiendo la protección de Dios contra los enemigos
Líbrame de mi enemigo, Dios mío;
protégeme de mis agresores,
líbrame de los malhechores,
sálvame de los hombres sanguinarios.
Mira que me están acechando,
y me acosan los poderosos:
sin que yo haya pecado ni faltado, Señor,
sin culpa mía, avanzan para acometerme.
Despierta, ven a mi encuentro, mira:
tú, el Señor de los ejércitos,
el Dios de Israel.
Estoy velando contigo, fuerza mía,
porque tú, ¡Oh Dios!, eres mi alcázar.
Que tu favor se adelante, ¡oh Dios!,
y me haga ver la derrota del enemigo.
Pero yo cantaré tu fuerza,
por la mañana aclamaré tu misericordia;
porque has sido mi alcázar
y mi refugio en el peligro.
Y tocaré en tu honor, fuerza mía,
porque tú, ¡oh Dios!, eres mi alcázar.
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