EN aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo: «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».
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La oración se eleva por encima de las nubes desde el confín de la tierra para un doble pedido: por una parte que Dios sea Roca y Refugio y por otra que lo acoja en su templo a la sombra de sus alas.
El recuerdo del pasado es, para el pueblo de Israel, garantía para el presente, siempre que vaya siempre acompañado de dos fuerte escoltas: Fidelidad y Lealtad.
El salmo termina con un alabanza.
Decreto: Refugiado al amparo de tus alas.
Paz y bien. Bendiciones.
Salmo 60
Oración de un desterrado
Dios mío, escucha mi clamor,
atiende a mi súplica;
te invoco desde el confín de la tierra
con el corazón abatido:
Llévame a una roca inaccesible,
porque tú eres mi refugio
y mi bastión contra el enemigo.
Habitaré siempre en tu morada,
refugiado al amparo de tus alas;
porque tú, oh Dios, escucharás mis votos
y me darás la heredad de los que veneran tu nombre.
Añade días a los días del rey,
que sus años alcancen varias generaciones;
que reine siempre en presencia de Dios,
que tu gracia y tu lealtad le hagan guardia.
Yo tañeré siempre en tu honor,
e iré cumpliendo mis votos día tras día.
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