Octava de Pascua
El discípulo al que Jesús amaba dijo a Pedro: «¡Es el Señor!». Cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se ciñó la túnica, que era lo único que llevaba puesto, y se tiró al agua.
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John Henry Newman escribía: Creemos fácilmente que era común en los tiempos de los apóstoles, pero no lo creemos posible cuando nos concierne, no estamos atentos a buscarle cuando se trata de nosotros. Ya no tenemos los ojos para ver al Maestro- todo lo contrario del apóstol amado que pudo reconocer a Cristo, aun cuando los demás discípulos no lo reconocían. Y sin embargo estaba allí, de pie en la orilla; era después de su resurrección, cuando estaba ordenando de echar la red en el mar; fue entonces que el discípulo que Jesús amaba dijo a Pedro: « ¡Es el Señor!»
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La historia tiene una mano que no se ve a simple vista, ni con mirada superficial. Es una mano amorosa, sabia, generosa y bondadosa. Una mano guía. Es necesario RE-conocerla, sentirla viva hoy. De forma semejante a cómo el discípulo del amor, reconoció a Jesús vivo en la orilla del Lago de Genesaret.
En esta segunda parte del salmo sesenta y cinco, el salmista renueva la invitación.
Primero, –lo leíamos ayer–, se trata de ver las obras de Dios. Hoy venid a escuchar.
Aprende a ver y a escuchar. Ya saben el dicho popular: «no hay peor ciego que el que no quiere ver…, ni peor sordo que el que no quiere oír…»
Decreto: Dios me escuchó y atendió mi voz.
O también: Venid a escuchar.
Feliz día de Pascua, ¡paz y alegría!
Salmo 65 B
Entraré en tu casa con víctimas,
para cumplir mis votos:
los que pronunciaron mis labios
y prometió mi boca en el peligro.
Te ofreceré víctimas cebadas,
te quemaré carneros,
inmolaré bueyes y cabras.
Fieles de Dios, venid a escuchar,
os contaré lo que ha hecho conmigo:
a él gritó mi boca
y lo ensalzó mi lengua.
Si hubiera tenido yo mala intención,
el Señor no me habría escuchado;
pero Dios me escuchó,
y atendió a mi voz suplicante.
Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica
ni me retiró su favor.
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Gracias Rocío. Así es, escuchar, pero como se dice en el comentario del salmo, que no hay peor sordo que el que no quiere oír, y así somos los seres humanos, en ocasiones, no queremos escuchar. Paz y Alegría.
Bella imagen y reflexión. Que Dios permita que tengamos la sabiduría de escucharlo. Paz y Bien 🙏🏻