Loro multicolor, desde Sidney Australia, imagen de F. Javier Sancho Fermín OCD

Nicodemo le preguntó: «¿Cómo puede suceder eso?». Le contestó Jesús: «¿Tú eres maestro en Israel, y no lo entiendes?
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El dolor que nos invade viene de las distintas circunstancias de la vida: aguas profundas, ciénagas sin fondo, corrientes arrolladoras y otras tantas imágenes del diluvio del mal como un cuerpo destruido, decíamos ayer con la primera parte del salmo.
Aquí se profundiza el poder del mal, ahora la corriente arrastra, hay enemigos, torbellinos…,
¿Qué hacer?
El Salmo recomienda, dejar que Dios-Jhavé se acerque Jaculatoria: Acércate a mí, rescátame
o también: Respóndeme Adonai con la Bondad de tu Gracia.
Hasta mañana, paz y bien.

Escúchalo:

 

Salmo 68 B

Pero mi oración se dirige a ti,
Dios mío, el día de tu favor;
que me escuche tu gran bondad,
que tu fidelidad me ayude:
Arráncame del cieno, que no me hunda;
líbrame de los que me aborrecen,
y de las aguas sin fondo.
Que no me arrastre la corriente,
que no me trague el torbellino,
que no se cierre la poza sobre mí.
Respóndeme, Señor- Adonai,
con la bondad de tu gracia,
por tu gran compasión vuélvete hacia mí;
no escondas tu rostro a tu siervo:
estoy en peligro, respóndeme en seguida.
Acércate a mí, rescátame,
líbrame de mis enemigos:
estás viendo mi afrenta,
mi vergüenza y mi deshonra;
a tu vista está los que me acosan.

La afrenta me destroza el corazón, y desfallezco.
Espero compasión, y no la hay; consoladores,
y no los encuentro.
En mi comida me echaron hiel,
para mi sed me dieron vinagre.

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