Las orquídeas de mi casa. Imagen de Cristina Santacruz

En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente diciendo: «El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras los hombres dormían, un enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó.
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A partir de aquí, –en esta  segunda parte del salmo– se acumulan los imperativos en los que se muestra al Dios fiel, de inmensa ternura y amor, que no puede permanecer indiferente ante tanta maldad. Él conoce la necedad, el oprobio, la vergüenza y la deshonra.
Seguimos con emociones fuertes: insultos, vergüenza, oprobio, desfallecimiento e incluso más fuerte, veneno en la comida, vinagre como bebida.
Di con el corazón, “en el nombre de Dios no quiero eso para mi vida, acepto con paz y serenidad lo que Dios quiere para mí, en su nombre rechazo todo lo que me aparte de  El”.
En la tercera parte nos atrevemos a adelantar será que …¿Dios escucha a los pobres?, mientras podemos decir este decreto: Acércate a mí, rescátame.
Paz y Alegría, feliz jornada. 

Escúchalo:

 

Salmo 68 B

Pero mi oración se dirige a ti,
Dios mío, el día de tu favor;
que me escuche tu gran bondad,
que tu fidelidad me ayude:

Arráncame del cieno, que no me hunda;
líbrame de los que me aborrecen,
y de las aguas sin fondo.

Que no me arrastre la corriente,
que no me trague el torbellino,
que no se cierre la poza sobre mí.

Respóndeme, Adonai-Señor, con la bondad de tu gracia,
por tu gran compasión vuélvete hacia mí;
no escondas tu rostro a tu siervo:
estoy en peligro, respóndeme en seguida.

Acércate a mí, rescátame,
líbrame de mis enemigos:
estás viendo mi afrenta,
mi vergüenza y mi deshonra;
a tu vista está los que me acosan.

La afrenta me destroza el corazón, y desfallezco.
Espero compasión, y no la hay;
consoladores, y no los encuentro.
En mi comida me echaron hiel,
para mi sed me dieron vinagre.

***

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