
En aquel tiempo, decía Jesús a la gente: «Mientras vas con tu adversario al magistrado, haz lo posible en el camino por llegar a un acuerdo con él, no sea que te lleve a la fuerza ante el juez y el juez te entregue al guardia y el guardia te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no pagues la última monedilla»
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Que no me arrastre la corriente. Una cosa es sentir el agua al cuello, como decíamos con la primera parte de este salmo ayer, y otra que te arrastre la corriente, te trague el torbellino, de las aguas sin fondo...
La respuesta del salmista a esta situación puede ser el decreto de hoy: Acércate a mí, rescátame….
Paz y bien, hasta mañana, bendiciones.
Salmo 68 B
Pero mi oración se dirige a ti, Dios mío, el día de tu favor;La afrenta me destroza el corazón, y desfallezco.
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