Mientras me baño en el río, me observan atentamente con los ojos bien abiertos, imagen de Rubén Bravo Prados

Jesús les habló muchas cosas en parábolas: «Salió el sembrador a sembrar. (…). Otra cayó en tierra buena y dio fruto: una, ciento; otra, sesenta; otra, treinta. El que tenga oídos, que oiga».
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Seguimos con el Salmo de ayer, donde el salmista descubre que hay enemigos poderosos que le hacen, en ocasiones, dudar, temblar.
La maldad tiene su campo. Está en nuestro corazón, si la dejamos entrar. Poderosos enemigos: ira, envidia, odio, rencor, egoísmo…,
Pues bien, el corazón recto vence.
Se expresa en el salmo la confianza en Dios como un juez justo que protege a los rectos y castiga a los malvados. Se describe la justicia divina, donde los malvados caen en su propia trampa, mientras el orante agradece a Dios por su justicia y lo alaba.
Jaculatoria: Salva a los rectos de corazón.
o esta otra: Gracias por su Justicia.
Feliz jornada amigo, amiga. Paz y Alegría.
Lee o escucha:

Salmo 7 B


Mi escudo es Dios,
que salva a los rectos de corazón.
Dios es un juez justo,
Dios amenaza cada día:
si no se convierten, afilará su espada,
tensará el arco y apuntará.
Apunta sus armas mortíferas,
prepara sus flechas incendiarias.

Mirad: el enemigo concibió el crimen,
está preñado de maldad,
y da a luz el engaño.
Cavó y ahondó una fosa,
caiga en la fosa que hizo;
recaiga su maldad sobre su cabeza,
baje su violencia sobre su cráneo.

Yo daré gracias al Señor-Adonai por su justicia,
tañendo para el nombre del Señor altísimo.

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