En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío: «En verdad os digo que desde los días de Juan el Bautista hasta ahora el reino de los cielos sufre violencia y los violentos lo arrebatan. Los Profetas y la Ley han profetizado hasta que vino Juan; él es Elías, el que tenía que venir, con tal que queráis admitirlo. El que tenga oídos, que oiga»
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Solo hay una justicia que no se equivoca nunca, la de Dios y esta resuena de forma muy fuerte en la recta conciencia.
Por eso, no juzgues, porque no te toca a ti hacerlo. No juzgues por las apariencias porque solo Dios conoce lo real y verdadero; el corazón y las entrañas. En el mundo se dan situaciones aparentes que nos gustaría cambiar y hacerlas más justas. Recuerda solo Dios tiene la vara de medir, solo es plenamente justo. Tarde o temprano, el malvado recibirá su paga. Los que son sinceros y se refugian en Dios la suya, solo los de recto corazón lo entienden y lo viven.
Jaculatoria: Mi escudo es Dios que salva a los de recto corazón!
Buen día, paz y bien.
Salmo 7
Oración del justo calumniado
Señor-Adonai, Dios mío, en ti me refugio:
sálvame de mis perseguidores y líbrame,
para que no me desgarren como un león
sin que nadie me salve ni libere.
Señor-Adonai, Dios mío, si he actuado mal,
si hay crímenes en mis manos,
si he sido desleal con mi amigo
y he perdonado al opresor injusto,
que el enemigo me persiga y me alcance,
que me pisotee vivo contra el suelo,
y aplaste mi vientre contra el polvo.
Levántate, Señor-Adonai, indignado,
álzate contra la furia de mis adversarios,
despierta, Dios mío, y convoca un juicio.
Que te rodee una asamblea de naciones,
presídela desde la altura.
Juzga, Señor-Adonai, a los pueblos,
júzgame según mi justicia,
según la inocencia que hay en mí.
Castiga la maldad de los culpables;
y apoya al inocente,
tú que examinas el corazón y las entrañas,
tú, Dios justo.
Mi escudo es el Dios Altísimo,
que salva a los rectos de corazón.
Dios es un juez justo,
un Dios que sentencia cada día.
Si no se desdice, afilará la espada,
tensará el arco y lo sujetará,
se preparará armas mortíferas,
lanzará sus flechas incendiarias.
Miren al malvado: concibió un crimen,
está preñado de maldad
y da a luz una mentira.
Cavó una zanja y la ahondó
y cayó en la fosa que excavó;
recaiga sobre su cabeza su maldad,
que le caiga en la cerviz su crueldad.
Yo confesaré la justicia del Señor-Adonai,
y cantaré en honor del Señor-Adonai Altísimo.
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