Monte Saint Michel Francia, sobre roca, imagen de archivo deoao.org

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
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El salmo se sigue bien atendiendo a: ellos (los gentiles), nosotros (el pueblo elegido) y (Dios).
Ellos, los «gentiles», nuestros vecinos: invaden, profanan, reducen a ruinas, echan en pasto, asesinan, no entierran a los muertos, se burlan ….
, oh Dios, enojado (no lo estés para siempre), socórrenos, libéranos, perdónanos, venga la sangre derramada, escucha nuestros lamentos y perdónanos; aplica la ley de Talión, incluso siete veces más…
«Nosotros» somos siervos de Dios, leales, la irrisión de los vecinos, pecadores como nuestros padres, abatidos, cautivos y asesinados, pueblo de Dios y ovejas de su rebaño.
Si , oh Dios, dejas tu enojo y respondes de acuerdo a tu ternura; ellos serán abatidos y nosotros te daremos gracias y cantaremos tu gloria.
Jaculatoria: .Que tu compasión nos alcance pronto
o también: ¿Por qué han de decir los gentiles: «Dónde está tu Dios»?
Paz y Alegría, feliz jornada.

Escúchalo:

Salmo 78

Dios mío, los gentiles han entrado en tu heredad,
han profanado tu santo templo,
han reducido Jerusalén a ruinas.

Echaron los cadáveres de tus siervos
en pasto a las aves del cielo,
y a la carne de tus fieles
a las fieras de la tierra.

Derramaron su sangre como agua
en torno a Jerusalén,
y nadie la enterraba.

Fuimos el escarnio de nuestros vecinos,
la irrisión y la burla de los que nos rodean.

¿Hasta cuándo, Señor- Adonai?
¿Vas a estar siempre enojado?
¿Va a arder como fuego tu cólera?

No recuerdes contra nosotros
las culpas de nuestros padres;
que tu compasión nos alcance pronto,
pues estamos agotados.

Socórrenos, Dios salvador nuestro,
por el honor de tu nombre;
líbranos y perdona nuestros pecados
a causa de tu nombre.

¿Por qué han de decir los gentiles:
«Dónde está tu Dios»?
Que a nuestra vista conozcan los gentiles la venganza
de la sangre de tus siervos derramada.

Llegue a tu presencia el gemido del cautivo:
con tu brazo poderoso,
salva a los condenados a muerte.

Mientras, nosotros, pueblo tuyo,
ovejas de tu rebaño,
te daremos gracias siempre,
cantaremos tus alabanzas
de generación en generación.

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La pequeña Voz Silenciosa

 

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