En orillas del río Paraná mirando el cielo. Imagen de Esteban Verellén

Después Jesús se apareció en figura de otro a dos de ellos que iban caminando al campo. También ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero no los creyeron.
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Dios es, –según el salmo– el admirable Creador de todo y hasta de los niños de pecho puede sacar una alabanza. Esa es la realidad. Pero ha hecho un ser admirable, grandioso, maravilloso, «poco inferior a los ángeles«.
Mira a los seres humanos con los que te encuentres hoy y recuérdalo, el que tengo delante es un ser humano.
Te propongo este Decreto: ¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él?
o también
Señor Dios, ¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra!“.
Ah y te digo una cosa, sólo mirando hacia arriba al cielo puedes entender la grandeza del ser humano.
Hasta mañana, bendiciones.
También puedes escucharlo:

Salmo 8

Señor, dueño nuestro,
¡qué admirable es tu nombre
en toda la tierra!
Ensalzaste tu majestad sobre los cielos.

De la boca de los niños de pecho
has sacado una alabanza contra tus enemigos,
para reprimir al adversario y al rebelde.

Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que has creado,
¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él,
el ser humano, para darle poder?

Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos,
todo lo sometiste bajo sus pies:

rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
que trazan sendas por el mar.

Señor, dueño nuestro,
¡qué admirable es tu nombre
en toda la tierra!

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