En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos una parábola para enseñarles que es necesario orar siempre, sin desfallecer.
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Pone el salmo en boca de Dios estas duras palabras: «Ojalá me escuchases Israel”. Es una materia difícil. Escuchar. Solo un Maestro es capaz de escuchar. Si escucháramos, si estuviéramos atentos… se evitarían muchos conflictos y malentendidos. Oirías el lenguaje desconocido que habla en tu corazón y serías consciente de muchas de las realidades que te rodean. Escucha con atención, sentirás en tu corazón la voz de Dios.
Puedes repetir esta jaculatoria: ¡ojalá me escuchases, Israel!
Paz y bien. Hasta mañana.
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Pone el salmo en boca de Dios estas duras palabras: «Ojalá me escuchases Israel”. Es una materia difícil. Escuchar. Solo un Maestro es capaz de escuchar. Si escucháramos, si estuviéramos atentos… se evitarían muchos conflictos y malentendidos. Oirías el lenguaje desconocido que habla en tu corazón y serías consciente de muchas de las realidades que te rodean. Escucha con atención, sentirás en tu corazón la voz de Dios.
Puedes repetir esta jaculatoria: ¡ojalá me escuchases, Israel!
Paz y bien. Hasta mañana.
Salmo 80
Aclamad a Dios, nuestra fuerza: dad vítores al Dios de Jacob:
acompañad, tocad los panderos,
las cítaras templadas y las arpas;
tocad las trompetas por la luna nueva,
por la luna llena que es nuestra fiesta;
una norma establecida para José al salir de Egipto.
«Retiré sus hombros de la carga, y sus manos dejaron la espuerta.
te puse a prueba junto a la fuente de Meribá.
¡ojalá me escuchases, Israel!
yo soy el Señor Dios tuyo, que te saqué del país de Egipto: abre tu boca y yo la saciaré.
los entregué a su corazón obstinado, para que anduviesen según sus antojos.
En un momento humillaría a sus enemigos y volvería mi mano contra sus adversarios,
te alimentaría con flor de harina, te saciaría con miel silvestre.»
https://gumersindomeirino.com/buena-noticia/no-se-que-hacer-con-mi-mama.html
tocad las trompetas por la luna nueva,
por la luna llena que es nuestra fiesta;
Porque es una ley de Israel, un precepto del Dios de Jacob,
una norma establecida para José al salir de Egipto.
Oigo un lenguaje desconocido:
«Retiré sus hombros de la carga, y sus manos dejaron la espuerta.
Clamaste en la aflicción, y te libré, te respondí oculto entre los truenos,
te puse a prueba junto a la fuente de Meribá.
Escucha, pueblo mío, doy testimonio contra ti;
¡ojalá me escuchases, Israel!
No tendrás un Dios extraño, no adoraras un dios extranjero:
yo soy el Señor Dios tuyo, que te saqué del país de Egipto: abre tu boca y yo la saciaré.
Pero mi pueblo no escuchó mi voz, Israel no quiso obedecer:
los entregué a su corazón obstinado, para que anduviesen según sus antojos.
¡Ojalá me escuchase mi pueblo y caminase Israel por mi camino!
En un momento humillaría a sus enemigos y volvería mi mano contra sus adversarios,
los que aborrecen al Señor te adularían, y su suerte quedaría fijada;
te alimentaría con flor de harina, te saciaría con miel silvestre.»
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