En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas»
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Salmo rico en contenido. Fíjate en algunas de sus ideas:
Dios es lento, lentísimo…, a la cólera (ira). Pero es rico, y rápido en la misericordia y en la piedad. ¿Eres lento a la cólera? ¿Eres rico en misericordia?
Pues después de analizar estas dos realidades en tu vida, pídele a Dios, con palabras de este salmo, “enséñame, Señor tu camino”.
Adelante peregrino no pierdas las señales que Dios te va a ir mostrando a lo largo de la jornada, sé rico y lento.
Este salmo tiene multitud de perlas que pueden acompañarte a lo largo de tu jornada, te recuerdo, algunas:
«Tú Señor eres bueno y clemente»
«En el día del peligro te llamo y tú me escuchas»
«Dame una señal propicia«…
Hoy te propongo esta para ti, para tu corazón: «Mírame, ten compasión de mí«.
No pierdas tu camino. Feliz caminata. Bendiciones.
Salmo 85
Inclina tu oído, Señor, escúchame,
que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva a tu siervo, que confía en ti.
Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy llamando todo el día;
alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti;
porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica.
En el día del peligro te llamo,
y tú me escuchas.
No tienes igual entre los dioses, Señor,
ni hay obras como las tuyas.
Todos los pueblos vendrán
a postrarse en tu presencia, Señor;
bendecirán tu nombre:
«Grande eres tú, y haces maravillas;
tú eres el único Dios».
Enséñame, Señor, tu camino,
para que siga tu verdad;
mantén mi corazón entero
en el temor de tu nombre.
Te alabaré de todo corazón, Dios mío;
daré gloria a tu nombre por siempre,
por tu gran piedad para conmigo,
porque me salvaste del abismo profundo.
Dios mío, unos soberbios se levantan contra mí,
una banda de insolentes atenta contra mi vida,
sin tenerte en cuenta a ti.
Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso,
lento a la cólera, rico en piedad y leal,
mírame, ten compasión de mí.
Da fuerza a tu siervo,
salva al hijo de tu esclava;
dame una señal propicia,
que la vean mis adversarios y se avergüencen,
porque tú, Señor, me ayudas y consuelas.
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