Francisco X. Castro Miramontes ofm

«Jesús apartó al sordo de la gente, a solas, le metió sus dedos en los oídos y con su saliva le tocó la lengua..Y, levantando los ojos al cielo, dio un gemido, y le dijo: «Effatá», que quiere decir: «¡Abrete!». Se abrieron sus oídos y, al instante, se soltó la atadura de su lengua y hablaba correctamente.
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Este salmo tiene multitud de perlas que pueden acompañarte a lo largo de tu jornada,  -y más en esta tan especial en la que se celebra el cumpleaños de la Virgencita María- te recuerdo, algunas:
«Tú Señor eres bueno y clemente»
«En el día del peligro te llamo y tú me escuchas»
«Enséñame, Señor, tu camino»
«Dame una señal propicia«…
Jaculatoria: «Dios, rico en misericordia, rico en piedad y leal, mírame, ten compasión de mí«.
Seguimos hacia delante con la novena de  san Antonio, ¿vienes? El trato con los demás, día siete, haz clic aquí.

Salmo 85

Inclina tu oído, Señor, escúchame,
que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva a tu siervo, que confía en ti.

Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy llamando todo el día;
alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti;

porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica.

En el día del peligro te llamo,
y tú me escuchas.
No tienes igual entre los dioses, Señor,
ni hay obras como las tuyas.

Todos los pueblos vendrán
a postrarse en tu presencia, Señor;
bendecirán tu nombre:
«Grande eres tú, y haces maravillas;
tú eres el único Dios».

Enséñame, Señor, tu camino,
para que siga tu verdad;
mantén mi corazón entero
en el temor de tu nombre.

Te alabaré de todo corazón, Dios mío;
daré gloria a tu nombre por siempre,
por tu gran piedad para conmigo,
porque me salvaste del abismo profundo.

Dios mío, unos soberbios se levantan contra mí,
una banda de insolentes atenta contra mi vida,
sin tenerte en cuenta a ti.

Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso,
lento a la cólera, rico en piedad y leal,
mírame, ten compasión de mí.

Da fuerza a tu siervo,
salva al hijo de tu esclava;
dame una señal propicia,
que la vean mis adversarios y se avergüencen,
porque tú, Señor, me ayudas y consuelas.

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One thought on “Salmo 85, Tú me escuchas, diez de junio

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