Cielo de O Alto do Cebreiro, imagen de Francisco X. Castro Miramontes ofm

Y el otro ladrón le decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino».
Jesús le dijo: «En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso».
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«Sellé una alianza con mi elegido«, dice el salmo, con David, con el que Dios hizo un pacto.
Detrás de cada historia, –el salmista repasa la del pueblo de Israel–, está la presencia de, –si quieres como le llama el salmista Jahvé- Adonai–  Dios. Detrás de cada historia hay un pacto personal con él. También tú lo has hecho. Dios, como al rey David, te encontró. No olvides esto nunca.
Y recuerda después que los cuatro pilares sobre los que se sostiene la historia y los pactos con Dios, según este salmo, son estos: Justicia y Derecho; Bondad y Fidelidad.
Te propongo esta jaculatoria, tomada del salmo: Te fundaré un linaje perpetuo.
Bendiciones hasta mañana.

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Salmo 88 A

Cantaré eternamente la misericordia del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Pues dijiste: «Cimentado está por siempre mi amor,
asentada más que el cielo mi lealtad.»

Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
«Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades.»

El cielo proclama tus maravillas,
Señor, y tu fidelidad, en la asamblea de los ángeles.
¿Quién sobre las nubes se compara a Dios?
¿Quién como el Señor entre los seres divinos?

Dios es temible en el consejo de los ángeles,
es grande y terrible para toda su corte.
Señor de los ejércitos, ¿quién como tú?
El poder y la fidelidad te rodean.

Tú domeñas la soberbia del mar y amansas la hinchazón del oleaje;
tú traspasaste y destrozaste a Rahab,
tu brazo potente desbarató al enemigo.

Tuyo es el cielo, tuya es la tierra;
tú cimentaste el orbe y cuanto contiene;
tú has creado el norte y el sur,
el Tabor y el Hermón aclaman tu nombre.

Tienes un brazo poderoso:
fuerte es tu izquierda y alta tu derecha.
Justicia y derecho sostienen tu trono,
misericordia y fidelidad te preceden.

Dichoso el pueblo que sabe aclamarte:
caminará, ¡oh Señor!,
a la luz de tu rostro;
tu nombre es su gozo cada día,
tu justicia es su orgullo.

Porque tú eres su honor y su fuerza,
y con tu favor realzas nuestro poder.
Porque el Señor es nuestro escudo,
y el Santo de Israel nuestro rey.

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