Le entregaron a Jesús el rollo del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. <
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Dios crea el universo, lo gobierna, está presente en la historia. Así lo entiende el salmista. El eligió a David, un muchacho no un guerrero, y lo ungió. Ungidos por Dios. Así es. Elegidos para cumplir una misión en este planeta tierra, con amor, con generosidad, con fidelidad…, Somos, –como lo fue David y más tarde Jesús– Ungidos…, «Encontré a David, mi siervo, y lo ungí con óleo sagrado. Porque mi mano le dará firmeza, y mi brazo lo fortalecerá; Mantra: «Lo ungí con óleo sagrado«. Bendiciones hasta mañana.
Salmo 88 B
Un día hablaste en visión a tus amigos: «He ceñido la corona a un héroe, he levantado a un soldado sobre el pueblo.»
Encontré a David, mi siervo, y lo he ungido con óleo sagrado; para que mi mano esté siempre con él y mi brazo lo haga valeroso;
no lo engañará el enemigo ni los malvados lo humillarán; ante él desharé a sus adversarios y heriré a los que lo odian.
Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán, por mi nombre crecerá su poder: extenderé su izquierda hasta el mar, y su derecha hasta el Gran Río.
Él me invocará: «Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora»; y yo lo nombraré mi primogénito, excelso entre los reyes de la tierra.
Le mandaré eternamente mi favor, y mi alma con él será estable; le daré una posteridad perpetua y un trono duradero como el cielo.
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