Imagen de Ruth Dacunda

Los árboles del bosque gritan, los cimientos del mundo ya no vacilan… El reino de Dios afecta a «todo», la invitación a la alabanza y a la fiesta igual. En el salmo hay diecinueve fórmulas de alabanza y alegría. Dios como Rey, está rodeado de Honor y Majestad; Fuerza y Belleza. Todos los pueblos han de presentarse y postrarse ante Él.
Decreto: «Aclamen los árboles del bosque«.
Hasta mañana, paz y alegría.

Salmo 95

Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre,
proclamad día tras días su victoria.

Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones;
porque es grande el Señor, y muy digno de alabanza,
más temible que todo los dioses.

Pues los dioses de los gentiles son apariencia,
mientras que el Señor ha hecho el cielo;
honor y majestad lo preceden,
fuerza y esplendor están en su templo.

Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor,
entrad en sus atrios trayéndole ofrendas.

Postraos ante el Señor en el atrio sagrado,
tiemble en su presencia la tierra toda;
decid a los pueblos: «El Señor es rey,
él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente.»

Alégrense el cielo, goce la tierra,
retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campos y cuanto hay en ellos,
aclamen los árboles del bosque,

delante del Señor, que ya llega,
ya llega a regir la tierra:
regirá el orbe con justicia
y los pueblos con fidelidad.

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