Pero Jesús se dirige a sus discípulos en seguida la palabra y les dice: «Ánimo, soy yo, no tengáis miedo.»
Entró en la barca con ellos, y amainó el viento.
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El ser humano necesita sentirse seguro, protegido. Como peregrinos en el planeta tierra a veces parece que estamos desamparados. De ahí que el salmista busque auxilio, alguien que le guarde, que no duerma…, Dios.
Recuerdo ahora, la canción colombiana -que viene como anillo al dedo para este salmo- que dice: “oye, abre los ojos, mira hacia arriba, disfruta las cosas buenas que tiene la vida…”
Decreto: ¿De dónde me vendrá el auxilio?
Hasta mañana, bendiciones.
Salmo 120
Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.
El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.
El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.
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