En el mar de la Vida, protegido, imagen de Esteban Verellén

Paso el mensaje, de una madre que leyó esta sección, “Los ángeles hablan”, y que me envió este breve y hermoso relato.

Hola. Ya conoce mi situación. Tengo varios hijos, el más pequeño es especial. Cuando pensaba en los niños autistas, siempre venían olas de ansiedad y preocupación. ¿Quién cuidará de ellos? Seres tan especiales, delicados e indefensos.
A esto se añade que dejó a mi hija, la más grande, sola, en otra ciudad, porque va a empezar sus estudios. Me sentía un poco desorientada ante esta situación. ¿Quién cuidará de mi joven hija ahora, tan lejos, fuera de su casa por primera vez?

***

Estos días acompañé a mi hija a su nueva vivienda, que hemos alquilado. Cuando llegamos al lugar donde quedaría, tenía muchas preguntas sin respuestas; pensaba, «si le pasa algo no estaré para cuidarla, protegerla» y tantas cosas más que inundaban mi mente.
Con estos pensamientos, me dispuse a ordenar el apartamento, estaba súper ansiosa, preocupada, cuando escuché una voz:
Buen día, ¿puedo pasar?

Salí a ver y era, María, la hija del dueño del apartamento, una señorita de treinta y tantos años. Nos saludamos y la invité a pasar. Se sentó con nosotros, con nuestra familia. Le conté que mi hija se quedaría a vivir allí. Empezamos a conversar. Estábamos tan cómodos que pasaron las horas, de tal forma que ni nos dimos cuenta. Ella iluminó mis preguntas.

María es autista. Me dijo, entre otras cosas,  que ella estaba enamorada de Dios, que su trabajo es “ser ama de casa”. Lo contaba con tanta alegría. “Mi vida es andar en bicicleta, –decía sin abandonar una sonrisa y con tanta paz de corazón– ir al río a mirar el atardecer, hablar con Dios. No me preocupa nada. Me encanta tomar tereré (mate frío) y prepararlo”. O sea, que preparó el “tereré” y lo compartimos largo rato. Nos llevó por distintas calles de la ciudad.  María ama lo sencillo de la vida, –insisto– ordenar su casa, salir en bicicleta, hablar con Dios.

También habló de que le gusta investigar las religiones. Que la bautizó un pastor evangélico en el río, pero que ama a mamá María, la madre de Jesús, porque Ella es nuestra madre espiritual y que no tiene miedo porque Dios la cuida.

¡Y yo que estaba preocupada porque dejaba a mi hija sola en otra ciudad!

Mi hijo pequeño, que también es especial como ella– la abrazaba cada rato.

En fin, no sé si fue un mensaje de los ángeles o no, solo le dejo esta hermosa experiencia. Ahora ya tengo más luz para algunos de los grandes interrogantes que planeaban en mi mente, ¿quién cuidará de mi hija mayor, ahora que la dejo sola en otra ciudad? ¿Qué pasará con mis hijos cuando se vayan de casa y no puedo protegerlos y cuidarlos?

****

Aquí dejo el mensaje recibido, que cada uno saque las conclusiones oportunas. 

Cierro las puertas de este pequeño testimonio con solo con un breve pensamiento. La “atención” es una gran virtud. Atención a lo que vives en cada momento. Recuerda, un pequeño detalle, un pequeño gesto, puede iluminar tu Camino.

Gracias Adriana, por tu testimonio

Paz y Bien
Paz y Alegría

Gumersindo Meiriño Fernández

***

¿Ya conoces nuestro canal de YouTube? ¡Suscríbete

También puede interesarte relacionado con los ángeles, y cómo se comunican, este artículo

El chófer de autobús (los ángeles hablan)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *