pirineosLa montaña tiene algo mágico. No en vano los dioses y religiones suelen manifestarse en los Altos. En el paso por los Pirineos durante estos días recordé una de las cualidades que tenemos los seres humanos y que, a veces, en los llanos, en los asfaltos y en los semáforos de cada día se nos olvida. Es la riqueza más grande que posee el ser humano y que corre en el riesgo de tirarla a la basura, desperdiciarla. Me refiero al tiempo.
Para la gente de montaña geográficamente hablando pero también cronológicamente hablando el tiempo corre con otra velocidad.
Nos encontramos con tres escaladores de los Pirineos. No sé si han subido a alguno de sus picos, pero sí viven en la cadena montañosa y sí, han ascendido por la historia morando las últimas décadas a la sombra de las montañas y nieves pirenaicas.
María Dolores (algunos le llaman Lola) se detuvo con nosotros sin prisa amable, sin alardes para explicarnos las grandezas de su pueblo Zugarramurdi. Unas horas más tarde D. Pello nos atendió con amabilidad nos habló con sabiduría de su pueblo, de sus últimas investigaciones, sin prisa, pero también sin pasarse, con mesura y frescura. Y unos días antes habíamos conocido a María Luisa en Herrigaina, que traducido del vasco significa la casa que está encima del pueblo. Ella es directa, bromista y positiva. Los tres viven en la montaña desde hace añares, mejor ni preguntar la cantidad, los tres viven ya en la cima de su edad biológica. Los tres, administran su tiempo con sabiduría, sin prisas, con respeto, con atención.

¡Qué huella deja en el corazón las personas que te miran a los ojos, te hablan sin prisa y respetan su tiempo y el tuyo con delicadeza! No sé si es porque viven en la montaña o porque ya han cumplido algunos años o…, por ambas cosas.
Desde Sare, Francia

Gumersindo Meiriño Fernández

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