Si es conveniente, de vez en cuando, colocar una venda en los ojos, como hemos dicho hace unas semanas, también es verdad que conviene, a veces, usar gafas para ver la realidad tal cual es.
Podríamos decir: “Pondré unas gafas a mis ojos”.
¿Qué quiere decir?

Estoy harto-el que habla es Manolo- mi esposa no ve nada, o mira para otro lado. Nuestro hijo hace lo que quiere, viene a la hora qué quiere y cómo quiere. Me consta que, a veces, con alcohol. Yo trabajo fuera, estoy muy poco tiempo en casa y no sé cómo hacérselo ver. Ah y llego a casa y ella está mirando programas de televisión que hablan de la vida de los famosos, de los cantantes, de los artistas…, le pregunto por los chicos y contesta: No lo sé, no me molestes no ves que estoy ocupada….
No sé qué hacer con mi novio. –la que comenta ahora Antonia– Creo que lo quiero pero hay cosas que no coincidimos. El me dice vamos al cine, vamos al shopping a mirar escaparates es lo único que le gusta…yo, por otra parte, le propongo, vamos al parque a mirar los pájaros, al río, a la montaña…, pero nada.

¡Qué lindo es Luis, además qué cochazo tiene y qué bien se viste, con ropa de marca! -comentó Rosita-. Casi al mismo tiempo, Josefina afirma: – pues a mí me parece más interesante Carlos, tiene buen corazón, te mira a los ojos, es educado, sabe escuchar…., -Sí, pero anda en bicicleta-, acertó a decir Rosita.

Cuando uno no ve bien, se pone gafas. ¡Qué bueno que de vez en cuando revisemos nuestros ojos, nuestra vista! ¿Hacia dónde y, sobre todo cómo miramos a las personas, a la naturaleza, a los compañeros, a los familiares….? De vez en cuando tendremos que graduar esas gafas para mirar con comprensión, con compasión, a los ojos, a las actitudes y no tanto a las apariencias.

Por eso, pon unas gafas en tus ojos, y revísalas con frecuencia para ver la hermosa y, a veces dura, realidad, la vida.

Gumersindo Meiriño Fernández