Imagen Laura Castro, desde Findhorn Escocia

Pedro bajó de la barca y echó andar sobre el agua acercándose a Jesús. Pero al sentir la fuerza del viento le entró miedo y empezó a hundirse, y gritó: – ¡Señor sálvame!
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Empezamos a meditar uno de los salmos de liberación más poderosos y de los más largos, por eso está dividido en varias partes.
El místico confía, camina entre los distintos avatares de la existencia, con paso firme.
Ni las olas ni los torrentes, ni las redes del abismo, ni los lazos de muerte…Nada puede con el ser humano de fe firme.
Le rodean violentos temporales pero no pierde nunca la calma y la paz.
Afirmación : Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.
Hasta mañana Paz y Alegría

Salmo 17 I, 2-30

Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza;
Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador.

Dios mío, mi escudo y peña en que me amparo,
mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoco al Señor de mi alabanza
y quedo libre de mis enemigos.

Me cercaban olas mortales,
torrentes destructores me aterraban,
me envolvían las redes del abismo,
me alcanzaban los lazos de la muerte.

En el peligro invoqué al Señor,
grité a mi Dios:
desde su templo él escuchó mi voz
y mi grito llegó a sus oídos.

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