¡Ay! ¡Jerusalén, Jerusalén!

Jerusalén, Imagen de Fray Paco Castro Miramontes

Jerusalén: Ciudad Santa y Espejo del Corazón

Una Visita Llena de Contrastes

Jerusalén, la ciudad santa. Te visito acompañado de mi esposa, de Javier y Encarna. Conversamos sobre el aprovechamiento turístico de la ciudad y los grupos organizados que encontramos de nacionalidades dispares. Hoy eres totalmente nueva y distinta a la de hace ocho mil años o a la que recibió a Jesús hace dos mil años. Pero más allá de lo que ven mis ojos, oyen mis oídos, de lo que respiro, huelo o siento, soy consciente de que piso la misma tierra que Abraham, Isaac, Josué, José, que el rey David, Saúl, Salomón, Cristo, Mahoma, Pedro, Pablo.

Historia Viva y Espacios Sagrados

Jerusalén, recorremos tus calles como flotando en el aire, más allá de lo aparente. Conservas los restos del Templo de Jerusalén, el lugar más sagrado para los judíos, a escasos metros de la roca donde Abraham quiso ofrecer en sacrificio a su hijo Isaac. Muy cerca está el templo construido sobre el calvario y la tumba de la que resucitó Jesús. Lugares santos rodeados de policías, armas y vigilancia. Así somos los humanos: empeñados en ocultar con guerras y violencia los grandes espacios sagrados que embellecen la tierra.

Las Palabras de Jesús Resuenan en Tus Calles

“¡Oh Jerusalén, Jerusalén!, la que mata a los profetas y apedrea a los que le son enviados. ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina su nidada bajo las alas, y no habéis querido!” Estas duras palabras de Jesús vienen a mi memoria mientras piso las frías y no menos duras piedras de tus calles.

Una Ciudad de Fe y Esperanza

Jerusalén, ciudad a la que los judíos peregrinaban cada año para celebrar la Pascua como agradecimiento por la liberación de la esclavitud de Egipto. La misma ciudad hacia la que vuelven sus oraciones cientos de miles de musulmanes, porque desde aquí el profeta Mahoma viajó al cielo llevado por el arcángel Gabriel. Y el lugar que los cristianos aman porque aquí Cristo fue condenado, crucificado y resucitó al tercer día.

La Ciudad que Anhela la Paz

Jerusalén, ciudad que proclama la paz, la añora, la destruye y la restaura. Te alegras cuando el don anhelado llega a tus muros, pero lo dejas escapar, y lloras desconsolada. Eres la ciudad que saltó de alegría ante el arca de la alianza, que construyó grandes templos y pocos años después los destruyó y redujo a añicos.

El Reflejo de tu Propio Corazón

Jerusalén, en definitiva, eres el corazón humano, la ciudad que vive en lo más íntimo de cada ser. Ayer cantabas alegre, eufórico, con una copa de vino tocando tus labios. Hoy estás desconsolado, con el rostro demacrado, la cabeza entre las manos, apenas pronunciando palabra: “¿Por qué me pasa esto a mí?”.

El Anhelo Universal de Paz

Jerusalén, eres el lugar más sagrado de la conciencia, donde lucha el bien y el mal, la paz y la guerra. Allí, un oído atento escucha los deseos irrenunciables de todo corazón humano:
“Te deseo la Paz, que vivan seguros los que te aman, que haya paz y seguridad dentro de tus muros y palacios, en realidad, paz y seguridad en los muros y palacios de tu corazón.”

¿Cuándo Cumplirás tus Anhelos?

¡Ay, Jerusalén, Jerusalén!

Para escuchar el audio haga clik en la flecha:

Gumersindo Meiriño Fernández

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