Atardecer en Bella Vista, Maldonado. Uruguay. Imagen de Laura Lissa Borrello

Los guardias del templo acudieron a los sumos sacerdotes y fariseos, y estos les dijeron: «¿Por qué no lo habéis traído a Jesús?». Los guardias respondieron: «Jamás ha hablado nadie como ese hombre».
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Refugiado es una de las palabras más modernas de la actualidad. Y…, ¿sabes qué?…, todos somos Refugiados.
El salmista así lo manifiesta orando, para que sus palabras se eleven por encima de las nubes desde el confín de la tierra para un doble pedido de Refugiado:
por una parte que Dios sea Roca y Refugio y
por otra que lo acoja en su templo a la sombra de sus alas.
Decreto: Refugiado a la sombra de tus alas.
O también, porque tú eres mi refugio.
Paz y bien. Bendiciones.

Escúchalo

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Salmo 60
Oración de un desterrado

Dios mío, escucha mi clamor,
atiende a mi súplica;
te invoco desde el confín de la tierra
con el corazón abatido:

Llévame a una roca inaccesible,
porque tú eres mi refugio
y mi bastión contra el enemigo.

Habitaré siempre en tu morada,
refugiado al amparo de tus alas;
porque tú, oh Dios, escucharás mis votos
y me darás la heredad de los que veneran tu nombre.

Añade días a los días del rey,
que sus años alcancen varias generaciones;
que reine siempre en presencia de Dios,
que tu gracia y tu lealtad le hagan guardia.

Yo tañeré siempre en tu honor,
e iré cumpliendo mis votos día tras día.

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