salmo 47 gumersindo meiriño fernández
Mariposa alimentándose, imagen de archivo deoao.org

Jesús le dijo: «¡Qué es eso de si puedes! ¡Todo es posible para quien cree!». Al instante, gritó el padre del muchacho: «¡Creo, ayuda a mi poca fe!»
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Acércate al altar de Dios. El altar de Dios, quiere decir, al lugar de la Paz, de la Bondad, de la Misericordia…, ahí no existe el miedo. Y si alguna vez llama a tu puerta, el miedo o cualquier de sus acompañantes, repite, como el salmista, este mantra-jaculatoria y huirá despavorido: Oh Dios, “envía tu luz y tu verdad que ellas me guíen…
Buena jornada en la luz y la verdad. Paz y bien.

Léelo y escúchalo:

Salmo 42

Hazme justicia, oh Dios, defiende mi causa
contra gente sin piedad,
sálvame del hombre traidor y malvado.

Tú eres mi Dios y protector,
¿por qué me rechazas?,
¿por qué voy andando sombrío,
hostigado por mi enemigo?

Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada.

Que yo me acerque al altar de Dios,
al Dios de mi alegría;
que te dé gracias al son de la cítara,
Dios, Dios mío.

¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío».

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