Jesús le dijo: «¡Qué es eso de si puedes! ¡Todo es posible para quien cree!». Al instante, gritó el padre del muchacho: «¡Creo, ayuda a mi poca fe!»
+++
Acércate al altar de Dios. El altar de Dios, quiere decir, al lugar de la Paz, de la Bondad, de la Misericordia…, ahí no existe el miedo. Y si alguna vez llama a tu puerta, el miedo o cualquier de sus acompañantes, repite, como el salmista, este mantra-jaculatoria y huirá despavorido: Oh Dios, “envía tu luz y tu verdad que ellas me guíen…”
Buena jornada en la luz y la verdad. Paz y bien.
Léelo y escúchalo:
Salmo 42
Hazme justicia, oh Dios, defiende mi causa
contra gente sin piedad,
sálvame del hombre traidor y malvado.
Tú eres mi Dios y protector,
¿por qué me rechazas?,
¿por qué voy andando sombrío,
hostigado por mi enemigo?
Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada.
Que yo me acerque al altar de Dios,
al Dios de mi alegría;
que te dé gracias al son de la cítara,
Dios, Dios mío.
¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío».
***
¿Ya conoces nuestro canal de YouTube? ¡Suscríbete!
También te puede interesar, sobre la Luz estos dos artículos