
Entró Jesús de nuevo en Cafarnaúm; al poco tiempo había corrido la voz de que estaba en casa. Se agolparon tantos que ni siquiera ante la puerta había ya sitio, y él les anunciaba la Palabra.
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El salmo se mueve en tres pasos:
1. La bondad de Dios se ha mostrado, el pueblo lo agradece.
2. Un petición para que Dios no se olvide de su pueblo y muestre su misericordia con ellos.
3. Un precioso oráculo que no dejará de cumplirse, de paz, justicia, misericordia, fidelidad, de abundancia…
Decreto: el Señor dará la lluvia, y nuestra tierra dará su fruto
Salmo 84
Señor-Adonai, has sido bueno con tu tierra,
has restaurado la suerte de Jacob,
has perdonado la culpa de tu pueblo,
has sepultado todos sus pecados,
has reprimido tu cólera,
has frenado el incendio de tu ira.
Restáuranos, Dios salvador nuestro;
cesa en tu rencor contra nosotros.
¿Vas a estar siempre enojado,
o a prolongar tu ira de edad en edad?
¿No vas a devolvernos la vida,
para que tu pueblo se alegre contigo?
Muéstranos, Señor, tu misericordia
y danos tu salvación.
Voy a escuchar lo que dice el Señor-Adonai:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos
y a los que se convierten de corazón.»
La salvación está ya cerca de sus fieles,
y la gloria habitará en nuestra tierra;
la misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo;
el Señor-Adonai dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos.
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