
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure.
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Dios, –lo ha entendido perfectamente el salmista–, entra en la relación con los seres humanos. Así selló alianza con David y Él Cumple su parte. Pero el ser humano ha de responder. Parece que ahí está la clave que el hombre escuche y responda adecuadamente, cumpla con lo que le corresponde. La consecuencia es la PAZ.
La respuesta inadecuada trae el desasosiego y la angustia existencial.
Dios dirige, gobierna, manda, reina…. en el Universo, el rey David, tú y yo, hemos de recordarlo cada día para ser agradecido por formar parte de esa historia.
Pero, ¿cómo cumplo yo mi misión? Mañana seguimos con este salmo.
Afirmación: «El Cielo proclama tus maravillas«.
Paz y Bien Bendiciones. Hasta mañana.
Puedes escucharlo en voz del autor
Salmo 88 A
Cantaré eternamente la misericordia del Señor-Adonai,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Pues dijiste: «Cimentado está por siempre mi amor,
asentada más que el cielo mi lealtad.»
Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
«Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades.»
El cielo proclama tus maravillas,
Señor, y tu fidelidad, en la asamblea de los ángeles.
¿Quién sobre las nubes se compara a Dios?
¿Quién como el Señor entre los seres divinos?
Dios es temible en el consejo de los ángeles,
es grande y terrible para toda su corte.
Señor de los ejércitos, ¿quién como tú?
El poder y la fidelidad te rodean.
Tú domeñas la soberbia del mar y amansas la hinchazón del oleaje;
tú traspasaste y destrozaste a Rahab,
tu brazo potente desbarató al enemigo.
Tuyo es el cielo, tuya es la tierra;
tú cimentaste el orbe y cuanto contiene;
tú has creado el norte y el sur,
el Tabor y el Hermón aclaman tu nombre.
Tienes un brazo poderoso:
fuerte es tu izquierda y alta tu derecha.
Justicia y derecho sostienen tu trono,
misericordia y fidelidad te preceden.
Dichoso el pueblo que sabe aclamarte:
caminará, ¡oh Señor-Adonai!,
a la luz de tu rostro;
tu nombre es su gozo cada día,
tu justicia es su orgullo.
Porque tú eres su honor y su fuerza,
y con tu favor realzas nuestro poder.
Porque el Señor es nuestro escudo,
y el Santo de Israel nuestro rey.
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